Si viajas a Cancún en marzo, te llevarás una grata sorpresa. Es uno de los mejores meses para visitar este destino de playa mexicano que proporciona la dosis perfecta de sol, mar y arena blanca necesaria para romper con la rutina cotidiana.
Acariciada por el mar Caribe e idealmente situada para explorar los impresionantes sitios arqueológicos de la región, la ciudad de Cancún no es sólo para los que aman tirarse en una tumbona en la playa con un libro en una mano y una margarita o una cerveza bien muerta (fría pues) en la otra. Desde visitas a antiguas ciudades mayas hasta volar en vertiginosas tirolesas por encima de la selva, aquí tienes nuestra selección de las mejores cosas que hacer en Cancún en marzo.
¿Qué tiempo hace en Cancún en marzo?
Marzo se sitúa hacia el final de la temporada alta de Cancún, que comienza en diciembre con las vacaciones de Navidad. Sin embargo, si reservas los vuelos y el alojamiento con antelación, en noviembre o diciembre, podrás encontrar precios razonables.
La principal zona hotelera se mantiene ocupada hasta abril, con turistas estadounidenses que llenan las habitaciones a partir de mediados de marzo. Y con razón.
En marzo, el clima de Cancún es perfecto, punto. En plena estación seca, no hace ni demasiado calor ni demasiado frío: las temperaturas diurnas alcanzan una media de 27°C. La temperatura del mar es casi idéntica, y la visibilidad dentro del agua sigue siendo muy buena.
Los niveles de humedad son bajos, lo que se traduce en cielos azules, luminosos y soleados, tan atractivos para los que quieren descubrir las raíces mayas de la región como para los que buscan tumbarse en la arena más cercana. Así que si te preguntas qué necesitas empacar, ahí lo tienes: traje de baño, lentes para el sol y unos zapatos cómodos para caminar por la selva.
La vida es una playa
Pero en Cancún no hay que ir muy lejos para encontrar una franja de arena blanca e inmaculada: hay más de 22 kilómetros. Las playas Azul, San Miguelito y Delfines se encuentran a poca distancia de la zona hotelera junto a la laguna. Cada una ofrece algo diferente, pero bordeadas un mar turquesa, todas comparten la misma sensación de que no hay un mejor pedazo de arena en ningún lugar del mundo.
Cuando sucumbas a la llamada de sus cálidas aguas caribeñas, tampoco quedarás decepcionado. Frente a la zona hotelera se encuentra el segundo sistema de arrecifes más grande del mundo, el Gran Arrecife Mesoamericano, que se extiende hasta Honduras.
Por tanto, hay muchas posibilidades de adentrarse entre los corales del Parque Nacional Marino de Cancún practicando snorkel o submarinismo. La forma más inusual de hacerlo es visitando el Museo Subacuático de Arte de Cancún (MUSA).
Con 500 esculturas sumergidas, sus tres "galerías" se encuentran a una profundidad de entre tres y seis metros. Su objetivo es proporcionar nuevos espacios para el crecimiento de los pólipos de coral, y forman parte integrante de muchas excursiones por los arrecifes y para practicar snorkel.
Por encima de las olas, el kayak es una forma increíble de recorrer los recovecos de la laguna Nichupté, que constituye una importante zona de manglares, el habitat para todo tipo de especies.
Majestuosidad maya
Las pirámides escalonadas de la ciudad de Chichén Itzá, parte de las cuales se construyeron hace 1,400 años, son maravillosas en cualquier época del año, y tan especiales que han sido inscritas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Es una de las ciudades más grandes de la civilización maya, y su monumento más famoso es el Templo de Kukulcán. Es más conocido simplemente como El Castillo, y por los arqueólogos como Estructura 5B18. Esta extraordinaria pirámide se construyó de modo que durante los equinoccios se crea con sombras la imagen de una gran serpiente (Kukulcán) descendiendo lentamente por el flanco norte.
Tulum, a una hora y media al sur, es igualmente fascinante. Las antiguas murallas de la ciudad, de hasta 5 metros de altura, ayudaron a protegerla durante 250 años, lo que la convierte en uno de los lugares históricos mexicanos mejor conservados. Orientada hacia el amanecer, tiene su propia pirámide llamada El Castillo, así como el Templo de los Frescos, utilizado para seguir el movimiento del sol, y un peculiar faro que indicaba a las embarcaciones el lugar exacto para atravesar el peligroso arrecife en el que naufragaron muchos barcos europeos.
Por otro lado, una buena forma de contrarrestar tanta historia y asimilar la modernidad de Cancún es ir de compras al Mercado 28 y a Plaza Las Américas. El primero es un mercado como el que uno se puede encontrar en cualquier ciudad mexicana, una mezcla de puestos de alimentos frescos, comida callejera y tiendas de souvenirs y artesanías, llenos de colores brillantes y sonidos alegres. El segundo es un centro comercial al aire libre, con un ambiente internacional y tiendas de marcas globales y mexicanas de lujo.
Tesoros naturales
Pero aún hay más en Cancún en marzo. Esta zona de la península de Yucatán abarca algunas zonas mágicas de selva. Atractivas por sí mismas, también esconden los espectaculares pozos de agua dulce llamados cenotes que mucha gente sueña con conocer.
Son el lugar perfecto para relajarse y refrescarse lejos de las multitudes, y hay alrededor de 30,000 cenotes que van desde pequeñas albercas a grandes catedrales de roca. Entre ellos se encuentra Tankach-Ha, cerca de la gran ciudad de Cobá, muy cerca de Tulum, así que puedes combinar la visita de ambos en una sola excursión.
También hay muchas oportunidades de explorar las copas de los árboles, hogar de ágiles y ruidosos monos araña, simpáticos coatíes y una asombrosa variedad de aves, como tucanes y loros. Más allá de los avistamientos de animales, la selva de Cancún es ideal para los amantes de la adrenalina: tirolesas, rappel y paseos en cuatrimoto son actividades muy populares.
Degusta la gastronomía de la región
Tanta actividad hará que te entre el hambre, y además no puedes dejar pasar la oportunidad de explorar la escena culinaria de Cancún y alrededores. Además de los típicos antojos mexicanos, Yucatán ofrece algunas delicias regionales que no encuentras en otros lados de México, como la cochinita pibil y el pescado Tikin-Xic.
Busca los puestos especializados en castacán, la famosa panceta del cerdo pelón, una especie más pequeña de puercos que se crían en la región. La carne se cocina de tal forma que queda crujiente por fuera y suave por dentro, y se sirve en pequeños tacos acompañados con salsa de habanero y cebolla roja curada.
Eso sí, deja sitio para el postre. Las marquesitas son otra de las creaciones de la península, y un ejemplo perfecto de la fusión gastronómica que lleva sucediendo aquí desde hace varios siglos. Consisten en crepas finas, rellenas de queso Gouda rallado e ingredientes dulces como salsa de chocolate o avellana para untar antes de enrollarlas en forma de puro. También son crujientes por fuera, y saladas, dulces y suaves por dentro. Toda una fiesta para el paladar.
¿Tienes sed? Entonces bájalo todo con un pozol, una bebida no alcohólica hecha con cacao y harina de maíz famosa por sus propiedades revitalizadoras, o con un agua de chaya, una planta que se suele llamar “la espinaca maya” por ser muy nutritiva (más que la espinaca, de hecho).
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